sábado, 6 de mayo de 2017

ABC Cine - Z. La ciudad perdida (***): El hombre que llegó hasta el portón de El Dorado


James Gray encuentra un equilibrio perfecto entre el cine de aventuras, la fascinación poética y descriptiva y la crónica humana y familiar.

La historia real del coronel Percival Harrison Fawcett, explorador británico, cartógrafo y obsesionado con la leyenda de la ciudad perdida en la selva amazónica que él llamaba Z y que se conoce como El Dorado, encuentra en un director como James Gray un equilibrio perfecto entre el cine de aventuras, la fascinación poética y descriptiva y la crónica humana y familiar de un hombre que sacrificó sus relaciones (en especial las paternofiliales ) detrás de una quimera. James Gray es un cineasta de enorme envergadura y músculo, tanto en el trato de los sentimientos («Two lovers») como en el suspense y en la maquinación argumental («La noche es nuestra») y trama aquí una ficción sobre la trayectoria biográfica del personaje con el aroma romántico del relato epistolar, subrayando con igual intensidad la presencia del explorador en ese mundo hostil e hipnótico y la ausencia en su territorio familiar, junto a su mujer y sus hijos. La película acentúa su doble sacrificio: estar donde nadie iría y no estar donde cualquiera estaría. Ése es el personaje.

James Gray evita también el doble «peligro» que pide esta historia: se aleja del encanto peliculero de Indiana Jones y regatea el síndrome Lope de Aguirre: no hay espectáculo ni locura en la empresa de Percy Fawcett, sino curiosidad intelectual y ambición científica. También hay una extraña ambición en Gray al abarcar todas las expediciones que hizo Fawcett al inexplorado mundo amazónico, con grandes bloques y grandes elipsis que «arrugan» todos los años dedicados por este hombre a su idea de encontrar una civilización avanzada en los confines de la selva, mientras que su familia vivía y crecía a los márgenes de su epopeya. Probablemente hubiera sido más «cinematográfico» centrarse en cualquiera de esas expediciones, pero no estaría en ella toda la complejidad del personaje.

Filmada, narrada e interpretada con enorme elegancia, con el mismo olfato para encontrar el suspense, la reflexión, la admiración, la reconciliación y la incógnita, y con ese atractivo elogio al rastreo de las ciudades y las causas perdidas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Elegancia........ ESA es la palabra!!